Interpretamos el comportamiento de los demás según disposiciones internas de las personas (rasgos de la personalidad, actitudes, motivaciones internas, etc) o situacionales (por la presión del entorno, presión por otras personas, la norma social, características del ambiente, actos de Dios, por azar, etc) y tenemos cierta tendencia automática a hacer una atribución que nos favorezca de manera que no se tienen en cuenta todos los factores y por tanto hay un sesgo situacional, muchos son aprendidos socialmente, por ejemplo, en la sociedad individualista en la que vivimos, tendemos más a pensar que las conductas de las personas de nuestro entorno se deben a factores disposicionales; ej: "Me mintió porque en realidad es mala persona, o un cobarde", mientras que en sociedades más cooperativistas, la tendencia es más al sesgo situacional, ej: "Me mintió llevado por la presión familiar a la que estaba sometido, podía perder su trabajo".
Esto es lo que llamamos el error fundamental de atribución: la tendencia general a dar más importancia a las causas disposicionales de los demás que a las causas externas situacionales.
. Esto puede ocurrir porque a nivel perceptivo estamos más pendientes de la persona que de la situación; y también porque a nivel cultural y social nosotros somos socializados en un mundo “justo” en el que cada uno tiene lo que merece , tendemos a pensar que es así , si hay un indigente debe ser porque algo habrá hecho, intentamos tener control y encontrar la coherencia.
En cambio, cuando explicamos nuestros propios comportamientos, nos solemos decir que fueron motivos externos los que nos llevaron a hacerlo; "No tuve más remedio", "No había otra cosa que se pudiera hacer", "Me sentí presionado" ó "Tampoco es para tanto, no es tan malo lo que hice, cualquier otro hubiera hecho lo mismo".
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